Hechos de los apóstoles 9:1
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Hechos de los apóstoles 9:29
Hechos de los apóstoles 22:3
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Hechos de los apóstoles 22:19
Hechos de los apóstoles 22:20
Hechos de los apóstoles 22:21
Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote,
y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén.
Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;
y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, їpor qué me persigues?
Él dijo: їQuién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
El, temblando y temeroso, dijo: Señor, їqué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.
Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie.
Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco,
donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió.
Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.
Y el Señor le dijo: Levántate, y ve a la calle que se llama Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque he aquí, él ora,
y ha visto en visión a un varón llamado Ananías, que entra y le pone las manos encima para que recobre la vista.
Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén;
y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.
El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;
porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.
Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.
Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.
Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.
En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios.
Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: їNo es éste el que asolaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los principales sacerdotes?
Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús era el Cristo.
Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo matarle;
pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos guardaban las puertas de día y de noche para matarle.
Entonces los discípulos, tomándole de noche, le bajaron por el muro, descolgándole en una canasta.
Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo.
Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto en el camino al Señor, el cual le había hablado, y cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de Jesús.
Y estaba con ellos en Jerusalén; y entraba y salía,
y hablaba denodadamente en el nombre del Señor, y disputaba con los griegos; pero éstos procuraban matarle.
Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.
Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres;
como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.
Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo;
y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, їpor qué me persigues?
Yo entonces respondí: їQuién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues.
Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo.
Y dije: їQué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas.
Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco.
Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban,
vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré.
Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.
Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.
Ahora, pues, їpor qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.
Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis.
Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí.
Yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti;
y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban.
Pero me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos a los gentiles.
Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado.
Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios.
habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad.