Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
¡Cuánto más en los que habitan en casas de barro, Cuyos cimientos están en el polvo, Y que serán quebrantados por la polilla!
Él me derribó en el lodo, Y soy semejante al polvo y a la ceniza.
Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza.
También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,
Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.