Lo mismo hizo en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón, y hasta Neftalí, y en los lugares asolados alrededor.
Y cuando hubo derribado los altares y los imágenes de Asera, y quebrado y desmenuzado las esculturas, y destruído todos los ídolos por toda la tierra de Israel, volvió a Jerusalén.