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Porque una gran multitud del pueblo de Efraín y Manasés, y de Isacar y Zabulón, no se habían purificado, y comieron la pascua no conforme a lo que está escrito. Mas Ezequías oró por ellos, diciendo: Jehová, que es bueno, sea propicio a todo aquel que ha prepasrado su corazón para buscar a Dios,
Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la ordenanza de la pascua; ningún extraño comerá de ella.
Mas todo siervo humano comprado por dinero comerá de ella, después que lo hubieres circuncidado.
El extranjero y el jornalero no comerán de ella.
Se comerá en una casa, y no llevarás de aquella carne fuera de ella, ni quebraréis hueso suyo.
Toda la congregación de Israel lo hará.
Mas si algún extranjero morare contigo, y quisiere celebrar la pascua para Jehová, séale circuncidado todo varón, y entonces la celebrará, y será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá de ella.
La misma ley será para el natural, y para el extranjero que habitare entre vosotros.
Con todo eso, algunos hombres de Aser, de Manasés, y de Zabulón, se humillaron, y vinieron a Jerusalén.
Se alegró, pues, toda la congregación de Judá, como también los sacerdotes y levitas, y toda la multitud que había venido de Israel; asimismo los forasteros que habían venido de la tierra de Israel, y los que habitaban en Judá.