Y volviéndose Samuel para irse, él se asió de la punta de su manto, y éste se rasgó.
También David se levantó después, y saliendo de la cueva dio voces detrás de Saúl, diciendo: ¡Mi señor el rey! Y cuando Saúl miró hacia atrás, David inclinó su rostro a tierra, e hizo reverencia.